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Crónica personal de Karol Poussier en el Tour du Rutor


Los sueños están para cumplirlos o al menos eso es lo que piensa Karol Poussier, diseñadora de las prendas de esquí de montaña en FOURFACTORS. Su sueño, como el de muchos aficionados al esquí de montaña, era nada más y nada menos que completar el Tour de Rutor con su compañero, el también deportista Xavi Jové. Aquí podéis leer en primera persona su aventura de 65 kilómetros con 7.000 metros de desnivel positivo y con picos de más de 3.000 metros en tres jornadas.
Bravo campeones!

El 11 de diciembre formalizamos la inscripción al Tour du Rutor y a partir de ese día, cada día estaba planificado para llegar a Italia el 23 de marzo en el mejor estado de forma posible. El reto es mayúsculo y y todo el invierno gira alrededor de 3 días, 3 etapas y 3 picos.

Sin apenas darnos cuenta llega el momento de la verdad. Son las 5:30 suena el despertador y con él llegan los nervios. Preparamos el material a conciencia y repasamos que esté todo listo: ARVA, arnés, disipador, crampones, pieles, gafas, capas, … todo está en su lugar.

La primera etapa acumula 2.675 metros de desnivel positivo y corona el pico Mont Arp-Vielle de 2.963 metros pero el objetivo de la jornada se sitúa más arriba. A nada menos quea 3.486 metros podremos saludar a la Madonnina de la Testa di Rutor. Siguendo la experiencia de carreras anteriores, calculamos que deberíamos emplear unas 4 horas y preparamos el agua y la alimentación en función de lo aprendiado en las otras competiciones. Aquí cometemos nuestro primer error del día: no contamos con la influencia del altitud y el frío y nos colocamos en la salida sin saber que este fallo lo pagaríamos caro.

10 … 9 … 8 … las mariposas revolotean con alegría por la barriga … 5 … 4 … 3 … y sin acabar la cuenta atrás los esquiadores salen en estampida y nos dejamos llevar por una corriente humana desbocada. Si tuviera que definir las Partenzes del Rutor, diría que son UNA GUERRA de 30 minutos. Empezamos a correr (sí sí, correr con los esquís) y vemos bastones partidos, pieles de foca arrancadas, gente en el suelo y no tardamos en entender que aquí hay que sobrevivir y nada más! Levantamos los bastones para evitar que nos los rompan y nos colocamos en un lateral para evitar que nos tiren al suelo. Rápidamente activamos las piernas y podemos seguir el ritmo impuesto. Subida por un camino y bajada con pieles entretenida donde jugamos a esquivar a los esquiadores que van cayendo. Llegamos a la primera pequeña canal y subimos a pie con los esquís en la mochila durante 1 kilómetro hasta llegar a las primeras conversiones en el pueblo de Bonne.

Aquí se puede afirmar que empieza a ser más «normal» y ya podemos coger nuestro ritmo y hacia arriba. En la primera subida nos encontramos bien y superamos el primer pico en buenas condiciones. Hacemos la primera cresta con canal encordados de bajada sin problemas. Cuando llegamos al pie del Rutor, el calor aprieta y con la altitud nos acabamos el agua cuando aún nos quedan más de 600 metros positivos para llegar al pico. Empezamos a sentir más fatiga de lo habitual y atacamos la canal a 2.930 metros deshidratados. Cuando llegamos arriba, la temperatura cambia radicalmente y se gira un viento glacial que nos rodea y pasamos del calor a tener frío en 30 segundos. Estamos a 3.066 metros de altitud y la cabeza nos empieza a dar vueltas. En este momento los 410 metros de desnivel que nos faltan para culminar parecen interminables. El error estratégico de esta mañana nos pasa una factura enorme y maldecimos no haber prestado más atención a la altitud. Culminamos porque abandonar no es una alternativa. Arriba, sensación térmica de -25 grados pero nos hacemos una foto con la Madonnina que tanto nos ha hecho sufrir. Sin sentir las manos empezamos una larga bajada con la cabeza aún nublada y las piernas fundidas. Cruzamos la meta en 5:25 y nos sentimos aliviados por haber superado esta etapa tan dura.

Día 2: Estamos preparados para superar los 2.080 metros de la etapa esta vez bien equipados: agua a tope, comida de sobras, guantes calientes y chaquetas de repuesto … hoy no vamos a pagar la novatada … ¡eso si superamos la salida! Hoy , para hacerlo aún más complicado que ayer, será con pieles y en bajada. De entrada nos colocamos en un lateral y hacemos nuestra estrategia: ABRIR LOS OJOS, apretando los dientes Y LUCHAR!

5 … 4 … 3 y venga! 30 minutos más de tensión donde lo único que te pasa por la cabeza es poder llegar a la primera subida. Esta salida es un festival de caídas, y cuando el de delante cae tú debes evitarlo con el riesgo de caer o romper bastones. ¡Qué estrés! Pero salvamos la salida y empezamos la subida. Hoy vamos al pico de Feleumaz de 3.102 metros. Gestionamos mucho mejor la subida y la alimentación. Superamos la canal vertical de 230 metros con un tramo helado donde pasamos gracias a una cuerda y la fuerza de los brazos. Culminamos por encima de un mar de nubes precioso y perforado por el Mont Blanc. La bajada nos vuelve a la realidad: vertical, helada y con pequeños aludes que caen para complicar un poco la dificultad que ya tien de serie. Pasamos la meta en 3:20 y contentos de haber gestionado la etapa mucho mejor que el día anterior.

Etapa 3: «La Pui Bella». Cuando llegamos a la salida podemos ver las conversiones que nos llevarán al Mont Château Blanc a 3. 422 metros, pasando por la Punta Flambeau a 3.320 metros con un desnivel positivo de 2.430 metros.

Para que cada día sea diferente, hoy la salida se hará corriendo a lo largo de 1.500 metros para atravesar el pueblo de Planaval calzando las botas y con los esquís en la mochila. Un sprint por el callejón del pueblo nos lleva a la primera subida helada del día. Aquí parecemos hormigas buscando el camino! Salvase quien pueda! Finalmente pasamos los 30 minutos críticos y comienza una subida de 1.900 metros positivos con un atracón de vueltas maría zig, zag, zig zag. Levantamos la mirada y parece interminable. Superamos un tramo y encontramos otro … y cuando levantamos los ojos vemos unas zetas en movimiento delante y  muchás detrás … es guapísimo. Llegamos a la Punta Flambeau y el frío se hace sentir de nuevo, cambiamos guantes, cerramos cremalleras y atacamos la cresta: ESPECTACULAR! Miramos a derecha … Mont Blanc, a izquierda … Cervino pero intentamos no mirar abajo, el vacío nos hace temblar las piernas. En este momento no sentimos ni la fatiga ni el frío, la belleza del paisaje nos cautiva. Última canal y culminamos a 3.422 metros ¡qué belleza! Desgraciadamente no podemos quedarnos demasiado tiempo y nos tiramos hacia el valle en un descenso de 2. 000 metros en 8 kilómetros. Pasamos la última meta con las piernas quemando … se ha acabado! Momento de felicidad intensa. ¡Lo hemos superado! ¡Lo hicimos! Volvemos a casa la cabeza llena de imágenes magníficas, agrandados por la experiencia y con el corazón cargado de glóbulos rojos pero con cierta nostalgia … unos días más tarde ya estamos pensando en el reto del 2019 … ¿Cuál será?